¿Somos capaces de un conocimiento cierto? ¿Podemos llegar a la
verdad? ¿Es posible el conocimiento humano? ¿Lo que llamamos verdad será acaso
una mera ilusión? ¿Podemos alcanzar certezas? ¿Cuáles son los límites
del conocimiento? Estas son preguntas que han estado presentes a lo largo
de la historia.
Ante estas preguntas han surgido dos posiciones filosóficas totalmente
extremas: el dogmatismo y el escepticismo (gnoseológicos). Para el
dogmatismo, la posibilidad del conocimiento es innegable, es más, ni siquiera
cabe la pregunta de si es o no posible el conocimiento, pues “basta
abrir los ojos para conocer”, la realidad se impone al
sujeto, impactando no solo sus sentidos, sino también su pensamiento.
El planteamiento del dogmatismo equivale a una desvalorización del
conocimiento entendido como “correlación entre el sujeto y el objeto”;
desvaloriza la función del sujeto y no reconoce la existencia de un
problema.
El planteamiento dogmático es el punto de vista del hombre común,
pues quien no se plantea cuestiones filosóficas, simplemente admite el
conocimiento como un hecho. Para nada reconoce las aportaciones
del sujeto en el acto cognoscitivo: los objetos estarían en nuestras
sensaciones y en nuestro pensamiento “tal cual aparecen en la realidad”.
Por su parte, los escépticos niegan que esto sea así; creen que el
conocimiento no es posible, pues hay tantas opiniones sobre una misma cosa, que
no hay manera de comprobar si son o no ciertas. Así que es mejor no
pronunciar opinión alguna, simplemente el sujeto es incapaz de alcanzar
conocimientos verdaderos. Los escépticos radicales sostienen tres
planteamientos fundamentales:
•Nada existe.
•Si algo existiera no podemos conocerlo.
•Si pudiéramos conocerlo, no podemos comunicarlo.
Planteados estos puntos de vista extremos hace falta examinar
planteamientos alternativos que impliquen una síntesis entre las
afirmaciones dogmáticas y escépticas; entre estos planteamientos es
necesario examinar al subjetivismo, al realismo, al pragmatismo y al
criticismo.
JOHN
LOCKE (Inglaterra, 1632 -1704) En su
obra "Ensayo sobre el entendimiento humano", 1690, escribe: “Si
pretendiese aburrirte con la historia de este Ensayo, podría contarte que
cinco o seis amigos, reunidos en mi habitación, que discurrían acerca de una
cuestión muy alejada de lo que aquí se expone, llegaron muy pronto a un punto
muerto, debido a las dificultades que aparecían por todas partes. Después de
habernos devanado los sesos durante un tiempo, sin lograr aproximarnos más a
la solución de aquellas dudas que nos dejaban perplejos, se me ocurrió pensar
que avanzábamos por un camino equivocado; y que antes de comenzar
indagaciones de aquella naturaleza, era necesario examinar nuestras
capacidades, para ver cuáles eran los objetos que nuestra inteligencia estaba
o no en condiciones de tratar. Propuse
tal cosa a mis compañeros, que enseguida lo aceptaron; convinimos que esa
sería nuestra primera investigación" . |
REFERENCIAS: Ministerio de Educación. (2015). Desarrollo
del Pensamiento Filosófico. Quito: Ecuador. Maya Ediciones. pp.78.